Sin salir de la carretera principal, la siguiente parada después de San Ferran es La Mola, el pueblo más alejado, ya que se sitúa en el punto más alto de la isla, a unos 15 kilómetros de Sant Ferran. Se puede decir que este es uno de los pueblos más tranquilos, ya que debido a la distancia, no es tan frecuentado por los turistas y hay pocos comercios y restaurantes. Su mayor atractivo es el mercado hippie que se abre dos veces a la semana y que atrae a multitud de gente. Otro de los atractivos de este pequeño pueblo es el faro, situado sobre los acantilados, desde los cuales se pueden ver unos maravillosos atardeceres y disfrutar de la soledad del lugar.